Rafael Álvarez Cordero*
La obra del polémico autor Neil Labute aborda un tema por demás interesante y de vanguardia.
Se estrenó en México la obra Gorda, del polémico autor Neil Labute, cuyo genio y creatividad para abordar los rincones más oscuros de la naturaleza humana lo han consagrado tanto en cine como en teatro.
Él mismo fue gordo, con más de 140 kilos, y seguramente algo de sus vivencias personales se refleja en esta interesantísima obra.
Tomi (Héctor Suárez Gomís) es un joven galán que encuentra casualmente a Helena (Mireia Gubianas), una hermosa muchacha llena de energía, alegría, simpatía… y kilos.
La relación que se establece entre ellos es cada vez más intensa y ambos la disfrutan plenamente.
Pero no están solos, porque una de las múltiples ex novias de Tomi y un amigo de toda la vida se enteran del romance y expresan con sus palabras y sus acciones sus fobias y filias, lo que convierte la relación de él y Helena en algo por lo que vale la pena ver la obra.
El problema de la obesidad es el tema obligado de los expertos en salud, el de conversación y preocupación en las familias, en tertulias, clubes deportivos, los espectáculos, y en todos lados, porque la obesidad es la segunda causa de muerte evitable en el mundo, después del tabaquismo.
Los programas de educación para la salud no han logrado superar a los programas de promoción y venta de alimentos chatarra, y hoy la obesidad es un motivo de gran preocupación en todas partes.
Vaya ironía de este siglo, cuando contamos con todo lo necesario para vivir sanos, vemos que millones de seres humanos mueren por hambre y, millones más, a causa de la obesidad.
Pero el problema de Tomi y de Helena no es la enfermedad. Ella es una obesa sana, el problema consiste en que la sociedad se niega a considerarla una persona normal, es una “gorda”.
La palabra gordo nació en el siglo XI, derivada del latín gurdus, que significa lerdo, tonto, lento, obeso, y desde entonces la palabra es adjetivo, pero también ofensa.
Todos hemos dicho, de alguien que nos molesta, “me cae gordo” y, lo entendemos, hay que alejarse de él.
En la escuela al niño gordo le ponen apodos que durarán toda la vida; en la juventud es rechazado, en el trabajo lo relegan y, en todos lados, el gordo no tiene cabida, literaria y literalmente hablando.
En el arte, el gordo es el tonto, el que recibe los pastelazos o hace el ridículo. Recordemos a Laurel y Hardy, Viruta y Capulina, Tin-tan y Marcelo, Panseco y Gamboa, al Señor Barriga y tantos más
Y en esta sociedad obesofóbica vive Helena, mujer cálida y sensual, pero “gorda”, y sus vivencias y lo que nos comunica es lo que hace a esta obra digna de ser vista y admirada.
La discriminación tiene muchas caras, una de ellas, cada vez más notoria en nuestra sociedad, la discriminación al obeso.
Felicitaciones a Morris Gilbert, Daniel Veronese, a los actores y en especial a Mireia Gubianas, quien, después de triunfar en Barcelona y Buenos Aires, nos deleita con su espléndida actuación.
Y usted, estimado lector, ¿qué piensa de los gordos?
*Médico y escritor
jueves, 4 de marzo de 2010
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