lunes, 6 de mayo de 2013

Infecciones nosocomiales y derecho a la salud

Por *Sergio Jaime Rochín del Rincón* @jaimerochin


De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el “goce del grado máximo de salud que se pueda lograr”, es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o social.

 Los avances recientes en materia de derecho a la salud son notorios: la tecnología médica ha permitido dar nuevas esperanzas a los pacientes de encontrar cura para padecimientos antes considerados mortales al efectuar diagnósticos más tempranos y tener la posibilidad de, con nuevos y menos agresivos medicamentos, detener y curar esos trastornos a la salud.


A pesar de ello, en esta colaboración quiero hacer referencia a un  problema  que, a pesar de los avances, representa un peligro no menor, si no se previene y controla de manera integral: me refiero a las Infecciones Nosocomiales o Intrahospitalarias, que se definen como: 

Una infección que se presenta en un paciente internado en un hospital o en otro establecimiento de atención de salud en quien la infección no se había manifestado ni estaba en período de incubación en el momento del internado. Comprende las infecciones contraídas en el hospital, pero manifiestas después del alta hospitalaria y también las infecciones ocupacionales del personal del establecimiento (OMS).

Conocemos  muchos casos dramáticos relacionados con este tipo de infecciones, que se han difundido en los medios escritos y audiovisuales , algunos de ellos con resultados fatales; pero existen muchos otros casos similares, que no se han conocido o incluso se han ocultado.  Es común escuchar  que algún amigo o familiar se infectó al entrar a un hospital para atenderse de algún padecimiento, y no es difícil enterarse que la persona  murió por esa infección: en esos casos, parecería que el derecho a la salud es letra muerta, ya que los servicios médicos, le provocaron el daño a la salud, y en muchas ocasiones le cegaron la vida; por lo que muchos se preguntan, de qué sirven  ni los miles de millones que todos los países destinan para mantener sus sistemas de salud?.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) en la década pasada, afirmó que en los hospitales de México se infectaban anualmente 450 mil pacientes. Sin embargo, y para fortuna de la precisión estadística, el gobierno mexicano atento de la gravedad del problema, corrigió esa cifra, afirmando que los pacientes infectados en los hospitales mexicanos era de 700 mil al año, y agregó, además, que el costo de atención de un día paciente infectado era de 2 mil dólares americanos (Secretaría de Salud). Si aceptamos que en promedio estos pacientes infectados permanecen hospitalizados por 20 días adicionales a los que hubiera permanecido por el padecimiento que lo internó, las cifras que resultan de estimar lo que le cuesta atender las Infecciones Nosocomiales a nuestro sistema de salud son aterradoras.

Estimo que entre el 15 y el 20% del presupuesto federal para la salud se destina para la corrección de las infecciones que los mismos hospitales causan.

El problema es aún más grave, si ahora calculamos con base en el 5% de mortalidad que causan las Infecciones nosocomiales según estimaciones de la OMS, el número de muertes en México causadas por esta razón. En el sexenio anterior murieron por esta causa, 210 mil pacientes, tres veces más de los que fallecieron por la guerra contra el narcotráfico.

Si  somos capaces de reconocer y enfrentar el problema, podremos entonces aplicar la solución. Esta pasa por la disciplina, el establecimiento y respeto de normas y reglamentos, hacer a un lado intereses y corrupción, capacitación, adaptación de nuevas tecnologías y productos sustentables y biodegradables; en suma significa trabajar con honestidad y convicción.

México puede encabezar un movimiento internacional que promueva una visión más integral del  derecho humano a la salud  y que sirva de ejemplo en todo el mundo. La solución existe y la iremos discutiendo y analizando en este espacio, en próximas colaboraciones.

Sobre el autor: Es Licenciado en Derecho por la Universidad Panamericana y Maestro en Dirección por el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas (IPADE) y miembro del Consejo Consultivo de la CNDH.