Por: Rafael Álvarez Cordero
Talamontes solapados por las autoridades del lugar, son peores que los narcotraficantes y nadie se atreve a detenerlos.
Angangueo era un villorrio enclavado en los maravillosos bosques michoacanos de oyamel, que se convirtió en un pueblo lleno de gambusinos cuando, en 1792, descubrieron oro, plata y cobre. Durante dos siglos creció a la sombra de las minas, hasta que un accidente en 1953 hizo cerrar la empresa American Smelting Co., y quedó como una pintoresca ciudad cercana a la zona de la mariposa monarca.
Y ahora, cuando una avalancha destruyó gran parte del pueblo y torrentes de agua, lodo y troncos de árboles cruzaron el pueblo y arrasaron todo a su paso, nos preguntamos qué pasó, quiénes son los culpables.
Hace unos días, el presidente Calderón visitó Angangueo y los habitantes le dijeron con todas sus letras quiénes son los culpables —usted y yo lo sabemos también— y exigieron por enésima vez que se haga justicia y se encarcele a quienes permitieron esta desgracia.
No, las lluvias no fueron las culpables del desastre. Desde siempre, ha habido lluvias, que bajan por los cerros entre los bosques. Los primeros culpables, desde hace decenios, son los talamontes que han diezmado la población de árboles y dejan la tierra floja, sin el soporte necesario. Administraciones van y administraciones vienen, los discursos son tan huecos como los resultados, las quejas de los habitantes de Angangueo son ignoradas y los talamontes, solapados por las autoridades del lugar, son peores que los narcos, nadie se atreve a adentrarse en el bosque para detenerlos y sacan la madera a ciencia y paciencia de los presidentes municipales.
Culpable del desastre es también la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), que ha sido omisa para proteger al medio. No hizo nada en esa zona, se acumularon toneladas de madera que formaron micropresas que guardaron agua hasta que se vencieron, se desgajó el monte y se formaron los torrentes asesinos. Culpable también es la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), organismo inútil que no ha hecho nada al respecto ni ahí ni en todo el territorio nacional. Además, los funcionarios del programa Pro-Árbol también son culpables, los legisladores les asignaron hace tres años seis mil millones de pesos y no se sabe en qué se han gastado, pero, ciertamente, no en proteger los bosques de Angangueo.
México tiene el primer lugar en deforestación, se pierden más de un millón de hectáreas anuales (el equivalente a Tlaxcala) y nadie hace nada.
Ahí, en Angangueo, según denuncia del diputado Germán Tena, el alcalde Alfredo Olmos, protege a los talamontes, amenaza a los lugareños que se quejan, desvió el cauce del río para favorecer la vivienda de uno de sus hijos, y no ha hecho nada. Ahí están las denuncias que presentaron al presidente Calderón, y ahí están unos videos tomados por los lugareños que muestran, días después de la tragedia, los camiones cargados de madera, que impunemente salen de la región y toman la carretera a Maravatío y pueden verse en youtube
Esos son los culpables: los talamontes, los funcionarios corruptos, Semarnat, Profepa, el programa Pro-Árbol, y los funcionarios del más alto nivel que por años han ignorado el crimen que se comete contra la naturaleza.
*Médico y escritor
jueves, 25 de febrero de 2010
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Lo seguimos leyendo doctor.
ResponderEliminarSiempre que haya interese económicos o políticos coludidos con gobierno u otro ente de poder, no habrá una respuesta favorable para la gente. El "YO" siempre será vencedor frente a los intereses de terceros, y aquel que se atreva a ver lo el bienestar común, porbablemente muera como el héroe que inició la lucha que dificilmente se ganará
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