Por Rafael Álvarez Cordero*
Decir que la caballada está flaca no es novedad, el PAN y el PRD se dieron cuenta de ello y por esa razón formalizaron alianzas.
Uno de los oficios más rentables en la actualidad es el de “encuestador” o analista de tendencias. Hay individuos y empresas que pulsan la opinión pública con una metodología precisa, éticamente impecable, pero hay muchos, muchos más, que venden sus encuestas al mejor postor, y por eso aparecen a diario unas que favorecen a quien paga por ellas: candidatos a ediles, presidentes municipales y gobernadores esperan que las encuestas predigan su futuro.
Pero la realidad es más terca que las encuestas y el número de variables que deben ser tomadas en cuenta convierte la tarea en un galimatías. Yo no soy encuestador ni haré números, pero quiero pensar lógicamente —hasta donde eso es posible— en relación con los comicios que se acercan y los que desde ahora tienen sin dormir a los aspirantes para 2012.
De entrada, decir que la caballada está flaca no es novedad. El PAN y el PRD se dieron cuenta de ello y por esa razón formalizaron alianzas en las que dilapidaron su capital político, aniquilaron sus principios, olvidaron sus fobias y se unieron como niños de primaria que quieren, juntos, “darle en la madre” al grandulón que no los deja en paz. Alianzas perversas en las que, salvo Tlaxcala, no parecen tener futuro alguno. Y cabe decir que en Hidalgo podrá ganar Xóchitl Gálvez, mas no por la alianza, sino porque es una mujer valiosa y a la que reconocen propios y extraños. Puedo predecir que la mancuerna PAN/PRD (que se asemeja a los gemelos Arnold Schwarzenegger y Danny de Vito) será vencida en los demás estados en que intenta derrotar al PRI.
Por su parte, el PRI, paquidérmico, jurásico y demás, volverá a ganar casi todas las elecciones de este año, lo que alentará sus expectativas de recuperar la Presidencia en 2012.
En este año, el gran derrotado será el PAN, porque no ha podido como partido en el gobierno, tampoco para generar cambios, menos con el fin de incubar a candidatos y, además, al perder su esencia y su razón de ser, no es ni tan audaz como el PRI ni tan desorganizado como el PRD. No es nada.
El PRD, igual que el diablo que se baña en agua bendita, ventila a diario sus diferencias internas y, al cumplir 21 años, no es ni chicha ni limonada, sus próceres están ausentes o a la baja, sus mañas y corrupciones son ampliamente conocidas y no tiene a dónde ir.
Y el PRI, triunfante, después de las elecciones de julio, está ante una oportunidad de oro para legitimarse con los mexicanos. Sus legisladores pueden en estos dos años decidirse a cambiar su no ya eterno por un sí y aprobar las normas legales que están pendientes, promover la modernización del país, que pasa por la ley laboral, la reforma fiscal, la del Estado, y aceptar que participen candidatos independientes.
Seguramente usted, estimado lector, dirá que estoy loco, que los priistas seguirán estos dos años sin hacer nada, pero lo mío es una predicción: si se cumple, la recordaré ufano; si no, guardaré un discreto silencio.
*Médico y escritor
jueves, 13 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Favor de escoger opción ANÓNIMO en caso de no contar con alguna de las otras opciones.