lunes, 26 de julio de 2010

¿Voceros de los delincuentes?

Por Rafael Álvarez Cordero*

Para la familia del doctor Guillermo Ortiz Collazo, una más.

Al hacer un balance de lo que ha ocurrido en estos tres años entre el Estado Mexicano y los delincuentes, sin temor a equivocarme puedo afirmar que la batalla, en todos los frentes, ha sido ganada por éstos, y que sus estrategias son sin duda superiores a las que han desplegado las policías locales, estatales, federales, el Ejército y la Armada. Veamos.

Los malhechores, que pueden orgullosamente llamarse "delincuencia organizada", se encuentran infinitamente mejor organizados que el Estado, sus jerarquías están claramente definidas, su obediencia es absoluta, so pena de muerte claro está, pero efectiva, y funciona a todos los niveles. Su organización es tal que cuando cae un "pez gordo" en cuestión de horas ya hay otro que lo sustituye y siguen adelante.

En segundo lugar, su estrategia de combate es casi perfecta: atacan donde menos se piensa y, por cada enfrentamiento en el que hay delincuentes detenidos, hay muchos en donde ni siquiera se sabe quiénes son ni cuántos malhechores fueron. Esto pone en evidencia que, del lado de los "buenos", no hay ni inteligencia ni estrategia, no hay un plan, sólo dan palos de ciego y siempre (o casi siempre) llegan tarde.

En tercer lugar, sus armas son las más modernas, el inicuo tráfico de toda clase de armamento por la frontera les permite contar con el equipo del que carece 90% de las policías y de los cuerpos de seguridad de México.

En cuarto lugar, ellos sí se saben infiltrar en las líneas enemigas. La corrupción o la amenaza hace que policías, ministerios públicos, jueces, alcaldes, etcétera, sean cooptados por los delincuentes, lo que no sucede con el Estado Mexicano, que en todo momento está a la defensiva.

Y, por último, le han tomado la medida a muchos medios de comunicación, a esos que, sabiendo que la nota roja "vende", no han dudado en publicar todo lo que los delincuentes hacen, con fotografías a todo color de muertos, decapitados, colgados, incinerados, así como las mantas con mensajes.

Cualquier individuo o empresa debe pagar por poner un mensaje en la radio, la prensa o la televisión, pero ellos no lo necesitan. Tienen publicidad gratuita y, los medios que así proceden son, de hecho, los voceros de los delincuentes: -"Ahora el parte de guerra, ¡sálvese quien pueda!-", dice un conocido periodista para oír la descripción detallada de delitos cometidos y el terror de la población. Y, en prensa y televisión, las imágenes muestran sin recato los "trofeos de guerra" de los malhechores, lo que afecta aún más a la población, hoy aterrorizada por lo que oye y ve por todos lados.

¿Es válido que sigamos dando ocho columnas y páginas enteras de los diarios y muchos minutos de los noticieros a esa cadena inacabable de delitos?

Eso no es información, tampoco es noticia. Cierto, el Código del Periodista habla de objetividad, pero también de interés humano y servicio. ¿Qué servicio hacemos a la sociedad publicando las atrocidades de los delincuentes?, ¿seguiremos siendo sus voceros?

Son preguntas.

*Médico y escritor

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